Haber tenido la oportunidad consciente o inconscientemente de dar por sentado que estamos en armonía. Que nuestra guerra mental ha concluido. Confrontando las consecuencias de nuestros ofuscados desacuerdos con quietud, con entendimiento. Huí de ello durante arduo tiempo y finalmente puedo mirar al pasado con serenidad.
“Las dos linternas”, Poema de la obra “Las Doloras“; El Kybalión; Ramón de Campoamor (1846)
I De Diógenes compré un día – Con mi linterna – él decía- Como al revés contemplamos Y es que en el mundo traidor la linterna a un mercader; distan la suya y la mía cuanto hay de ser a no ser. Blanca la mía parece; la suya parece negra; la de él todo lo entristece; la mía todo lo alegra. Y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira. II – Con mi linterna – él decía- no hallo un hombre entre los seres-. ¡Y yo que hallo con la mía hombres hasta en las mujeres! él llamó, siempre implacable, fe y virtud teniendo en poco, a Alejandro, un miserable, y al gran Sócrates, un loco. Y yo ¡crédulo! Entretanto, cuando mi linterna empleo, miro aquí, y encuentro un santo, miro allá, y un mártir veo. ¡Sí! mientras la multitud sacrifica con paciencia la dicha por la virtud y por la fe la existencia, para él virtud fue simpleza, el más puro amor escoria, vana ilusión la grandeza, y una necedad la glor
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