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Mostrando las entradas de agosto, 2018

“Las dos linternas”, Poema de la obra “Las Doloras“; El Kybalión; Ramón de Campoamor (1846)

I De Diógenes compré un día – Con mi linterna – él decía- Como al revés contemplamos Y es que en el mundo traidor la linterna a un mercader; distan la suya y la mía cuanto hay de ser a no ser. Blanca la mía parece; la suya parece negra; la de él todo lo entristece; la mía todo lo alegra. Y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira. II – Con mi linterna – él decía- no hallo un hombre entre los seres-. ¡Y yo que hallo con la mía hombres hasta en las mujeres! él llamó, siempre implacable, fe y virtud teniendo en poco, a Alejandro, un miserable, y al gran Sócrates, un loco. Y yo ¡crédulo! Entretanto, cuando mi linterna empleo, miro aquí, y encuentro un santo, miro allá, y un mártir veo. ¡Sí! mientras la multitud sacrifica con paciencia la dicha por la virtud y por la fe la existencia, para él virtud fue simpleza, el más puro amor escoria, vana ilusión la grandeza, y una necedad la glor

El hombre que me enseñó a amarme

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"Los Umbríos" - CUENTO LARGO

S olía concurrir a la iglesia del pueblo ocasionalmente, necesitaba expurgar los pensamientos que no me permitían preservar la armonía. No me consideraba suficientemente devota pero aun así, asistía a cada Misa para no perder la cabeza. Concurría los días viernes a eso de las diez de la mañana. Las ideas llegaron y se afincaron en mí, abrumándome día y noche, incluso tomaron consistencia física con el pasar del tiempo. Las podría describir como siluetas humanas que no dejaban de observarme. Para ser más exacta desde que llegaron como etéreas imágenes, evolucionaron y jamás se marcharon de mi lado. Los bauticé como “los umbríos”, ya que frecuentaban de tétricas maneras. Al fijar la mirada era posible distinguirlos con claridad. Compartí una larga vida junto a mi esposo, no obstante "los umbríos" eran mi único escape de la soledad en la que me encontraba cuando estaban a mi lado la mayor parte del tiempo. Como tales, eran un narcótico para mi cerebro. Luego de un tiempo
“Lo mismo con las canciones, los pájaros, los alfabetos,  si quieres que algo se muera, déjalo quieto ”.