“Perder el tiempo": el presente es nada.
Cuesta hacer un análisis objetivo sobre algo que da lugar a tantas circunstancias e interpretaciones globales. Según la perspectiva y el ángulo en el que se encuentre la persona que esté leyendo esto ahora mismo "(...)esque en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira; todo es según elcolor del cristal con que se mira".
Podemos afrontar ese coloso del reloj mediante dos posturas, una de ellas es claramente la derrota, que nos coloca en un pozo sin fondo de depresión y angustia. La otra actitud que podemos tomar es la de ver un “beneficio” dentro de esa pérdida, quizá si se puede considerar una tercera postura como el estancamiento, aunque no me atrevería a determinarla como una resolución. Es más bien, una conducta que adoptamos sin darnos cuenta donde no hay un retroceso, pero tampoco un avance, que, como consecuencia nos lleva nuevamente al inicio: ceder ante ese “tiempo perdido”, la derrota. Y aunque resulte ilógico permanecer quieto, es lo más habitual en nuestro comportamiento y la actitud más cómoda para evadir la dificultad. No creo que haya discrepancias en eso. Creería que "no quiero perder el tiempo" es una expresión que suelo utilizar más veces por día que el conejo de "Alicia en el país de las maravillas". Aplicable a tantos estados, sentimientos e ideologías que me hostiga cada vez que hago algo que el sistema considera irresponsabilidad: “No time to say “Hello, Goodbye”. I’m late, I’m late, I’m late.”
Ahondando con un poco más de tecnicismo para no recaer en la novatada narrativa que no transgrede más allá de lo indiscutible y evidente. Quisiera profundizar en esta conducta habitual en la que recaemos incesantemente fundamentada desde una postura sartreana, autor que explotó mi cabeza con su semántica, requiere un análisis detenido del que no se puede perder el hilo un segundo. Compleja postura, tan criticada en el siglo XX por oponerse al materialismo dialéctico, siendo que es cierto que no soy muy amiga de la filosofía, me encanta encontrar joyas perdidas entre las hojas de los libros. Creería que, por lo menos en este aspecto apoyo en su totalidad el plasmar “el ser” que es todo aquello que: “ya es para siempre” y que definitivamente resulta imposible modificar. Considero que dentro de una pérdida inminente, de la cual ya nada se puede hacer al respecto, no podría ahora hacer algo más espectacular que extraer de esa pérdida una posible ganancia. Sacando provecho a la experiencia adquirida gracias a ese obstáculo. ¡Allí es donde se esconde nuestro "tiempo perdido"! fruto de la mundología. El "en sí", para que se interprete mejor, es, por ejemplo: cualquier objeto, una casa en la que vivimos durante la niñez, una montaña, ese factum en el pasado como cosa inmodificable.
Un montón de historias nunca hubieran dado a lugar, pero así fueron. Hoy son parte de ese “en sí” sellado, del que nada podría hacer al respecto más que tomarlo como un aprendizaje para que desde hoy influya de manera positiva en un futuro. Intentar ir más allá del arrepentimiento, no podremos lograrlo si seguimos viendo ese tiempo como sinónimo de “caída”. Hay que verlo como un hecho irrevocable.
A pesar de mi necesidad de demorar las consecuencias de mis acciones quedándome cómodamente inmóvil, el reloj nunca se detiene, el mundo sigue girando, conmigo o sin mí. Eso si podría considerarse como una verdadera perdida de tiempo... Es que quizás vuelva y recaiga una y otra vez, quizás aprenda algo de ese hecho de estúpido ensañamiento. Pero, si me confundo de camino nuevamente espero concienciar pronto de mi falencia, dar la vuelta y cortar por lo sano. Si no admito mis fallas seguramente en algún momento, después de romperme la jeta contra una pared unas cuantas veces, lo comprenda, sonría y aprenda algo nuevo. En algún momento la “ficha”... cae. Sepan disculpar, no puedo evitar darle ese toque dramático característico de mí, supongo que destilo inexperiencia, pero resulta ser justamente de este modo que quiero plantear mi idea.
El mayor de mis principios: Somos este momento, "SIEMPRE ES AHORA" dijo mi único Dios. Lo considerable es que al final del día, retomando con la "introsPOSTiva" de mi enroscado ideal de Sartre, el tiempo, la conciencia y algo más... Un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él “Pour Soi” -ser para sí-, la realidad humana. “Somos lo que elegimos ser” siempre mediante una proyección a futuro.
“Somos lo que elegimos”, reitero nuevamente. Nos hemos ido eligiendo a nosotros mismos desde que tenemos capacidad de reacción ante las circunstancias. Uno es lo que elige, ese es el factum al que refiero. Pero así como analizamos lo que fue (que nos enfrenta al ahora), claro que desde una óptica diferente para cada uno. También debemos entender, y esto es clave: EL PRESENTE ES NADA, este “pour sui” se encuentra en constante movimiento proyectándose hacia adelante. Si somos nada, entonces concluimos que no somos nuestro pasado. Pero a la vez si lo somos, en el sentido de las acciones que tomamos. Este presente que me dice: “soy una nada”, me dice también que “no soy ese pasado” porque está la posibilidad de que hoy “voy a hacer algo nuevo”, algo distinto de ese pasado. Movilizarme no para gastar mi energía en lo que podría haber sido, sino en lo que quiero a partir de este mismo instante.
En cuanto a la conciencia no existe realmente como una cosa dentro de nosotros, existe en cuanto es eyectada hacia el futuro en los distintos proyectos. La conciencia NO es nuestro pasado, porque si sostenemos que el presente, es lo más importante en todo momento, como consecuencia es "en si" resulta no ser lo que es. Quedándonos con el “para si” que mencione en un principio, como eyección, constantemente proyectado hacia el futuro -que todavía no es- el"PARA SI" ES lo que NO ES. La conciencia sartreana no tiene contenido, existe entre los hombres y entre las cosas con la intención de ser algo para TRASCENDER...
Muy buen análisis.movilizador
ResponderBorrarGracias, vuelva prontos!
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