Polvo de estrellas.
Dos energías van desplegando un débil y enervante centellar. Elevándose majestuosamente por el espacio se encuentran de manera repentina. Se admiran, entrelazando sus llameantes polvos de estrella que las hace contemplar su amalgamada belleza. Se observan y deslumbran. Peculiar brillo que las extravía plenamente en la infinidad. Sus cuerpos celestes dejan chispas cuando danzan.
De pronto, colisionan una contra otra. Su semejanza las deja desconcertadas; se repelen. Formándose una tajante brecha entre ellas fraccionándolas brutalmente, mientras salen propulsadas lejos una de la otra. Sus dispares caminos se pierden en la inmensidad devolviéndolas al oscuro cosmos en el que transitaban, el que accidentalmente las juntó. Y aunque jamás se aunaron, su danza alteró eternamente la deslumbrante esencia que las investía...
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