I.- El rigor de los límites: parte de la construcción social.
Comprender que poner límites no resulta ser sinónimo de irracionalidad, no refleja una actitud grosera si se lo hace afablemente a tiempo.
El ser humano por naturaleza se ve obligado a situarse en una posición dentro de la sociedad, respecto de la cual formamos parte. Esta misma posee una visión objetiva de nuestra flexibilidad con la cual nos desenvolvemos en ella. Este albedrío resulta de la expansión y el retroceso generado por el mismo individuo, que, evaluando la capacidad de sus semejantes para fundar ese vínculo social en un "tire y afloje" constante que rompe la resistencia y trae como resultado los inevitables escalafones colectivos. La facultad de control, es necesaria para la construcción de las relaciones interpersonales.
Este fenómeno no se da únicamente en relaciones laborales o nexos socio-políticos. Podemos observarlo, incluso, en situaciones tan cotidianas como los vínculos parentales, cuando los hijos de alguna manera “miden” el temple de sus padres desde muy temprana edad.
Demostrar inestabilidad ante una relación de pares, ceder asiduamente, no hacer respetar nuestros ideales o métodos de crianza, sistemáticamente, conlleva al ser humano a colocarse en situaciones desemejantes en cuanto a sus allegados. La razonabilidad debe proceder de manera justa y consecuente para conseguir la complacencia recíproca.
Obstinadamente, una parte de ese vínculo se desvirtúa, llegando a "tiranizar" al que en un comienzo era afín en cuanto a sus derechos y condiciones, reduciéndolo a una disparidad incognoscible.
Estos contundentes cruces dados por el "endose de poder", se convierten en un conjunto de aptitudes que terminan colocando al individuo en la parte más baja de la pirámide jerárquica de la relación interpersonal donde se termina por ceder completamente ante quien de manera persuasiva establece su poderío, que llega a un evidente sometimiento. Nos da pie para citar a Sun Tzu, “El arte de la guerra”, un clásico imprescindible, entre otras, destacables y esenciales enseñanzas que nos deja, manifiesta: "Preocúpate por la aprobación de las personas y serás su prisionero".-
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