Podría decirse que estoy tallada a la antigua, que los “te quiero” que esbozo son old school, no es un te quiero estereotipado. Más sempiterno, menos aparente. Más profundo y arraigado a mis huesos, mi alma, mi corazón. Apareciste raudo y perspicaz en mi camino, y como pancho por su casa, me traspasaste completamente. Haciéndome creer una vez más en la magia del afecto que un ser viviente puede sentir. Abrazando mi alma y sin preguntar, ya no puedo desear que me sueltes jamás. Ojalá este instante se congele eternamente. Que con tus “te quiero” ilumines mis tinieblas con ese colosal embate a mi ser irradiando calma, armonía y serenidad. A su vez, poniéndome de cabeza. ¿Qué tan ridículo suena si te digo que palomas blancas emergen de mi pecho, llevando armonía a disímiles lugares, perdiéndose en el azul cielo?. Estrellas fugaces que jamás escapan… sólo brillan, giran y bailan al fragor del viento. “Te quiero”, y lo siento en el alma, como si cada vez que