Fragmento de "El arte de ser feliz", Schopenhauer
Regla número 22
La primera proposición de la eudemonología es precisamente que esta expresión es un
eufemismo y que «vivir feliz» sólo puede significar vivir lo menos infeliz posible o, dicho más, brevemente de manera soportable. Se podría defender muy bien la afirmación de que el fundamento de la verdadera sabiduría de la vida en la frase de Aristóteles consiste únicamente en evitar en lo posible los incontables males de la vida sin interesarse en absoluto por sus placeres y cosas agradables. De otro modo sería falsa la frase de Voltaire «Le bonheur n’est qu’un rêve, et la douleur est réelle», [La felicidad no es más que un sueño, y el dolor es la realidad] pero de hecho es verdadera.
Gran parte de la desgracia se debe a la ignorancia acerca de ello, a la que favorece el optimismo. El joven cree que el mundo está hecho para ser disfrutado, que es una moradad de la felicidad a la que desaciertan sólo aquellos que no tienen la habilidad de buscarla; en ello lo animan las novelas, los poemas y el falso brillo que el mundo da siempre y en todas partes a la apariencia externa.
A partir de ese momento su vida consiste en el acoso (emprendido con más o menos reflexión) de la felicidad positiva de la que cree, por supuesto que consiste en placeres positivos. Debe asumir el peligro de la desgracia a la que se expone, ya que su vida está orientada hacia la consecución de la felicidad positiva yel placer. La caza de un venado que no existe lo lleva normalmente a la muy real ypositiva desgracia. El camino de la sabiduría de la vida, en cambio, consiste en partir de laconvicción de que toda felicidad y placer sólo son de carácter negativo, mientras que el dolor y la carencia son de índole real y positiva. A partir de ahí lo que orienta todo el plan de vida es el propósito de evitar el dolor y de mantenerse alejado de la carencia; y a este respecto se puede lograr algo, pero con cierta seguridad sólo cuando no se altera el plancon la aspiración a la quimera de la felicidad positiva. Una confirmación de esto es el principio básico de Mittler en Las afinidades electivas.
El necio corre detrás de los placeres de la vida y se ve engañado, porque los males que quería evitar son muy reales; y si ha dado un rodeo demasiado grande para evitarlos abandonando algunos placeresinnecesariamente, no ha perdido nada, porque todos los placeres son quimeras. Sería
indigno y ridículo lamentarse de place res perdidos.
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