La importancia de estar vivos


— El cielo es... lo que el infierno es. La nada, el vacío —dijo Marian—
— Yo creo que el cielo es a donde vamos los buenos — exclamo Josué con una voz que ajaba el cinismo—
— Solo espero que haya mucho alcohol — dijo Patricio mientras encendía un cigarro mirando fijamente la luna—
— Es que no puede no existir nada más allá de la tierra, no sé, alienígenas.— susurró Alicia quien se sentía aterrada cada vez que alguien mencionaba la muerte—.
   Marian sonrió cuando comenzó a notar como temblaban las enflaquecidas piernas de Alicia cuando se ponía a filosofar. No podía creer que una persona tan inteligente como ella, su novia, creyera todos esos absurdos cuentos de lo que ocurre una vez que morimos. Solía pensar que si cuando la hubiese conocido en ese café leyendo “Apología de Sócrates” de Platón, hubiera mencionado a la virgen María, y ella le hubiera respondido con agnosticismo ¡parco fracaso hubiese sido la relación! Solo sonrió recordando ese día y la abrazo fuerte para que dejara de temblar, entrando en razón pero juzgando su punto de vista.
— El otro día tuve un sueño. Muy loco, pero muy revelador...
— Ufff ya va a empezar con sus cátedras. yo me retiro muchachos nos vemos mañana —se despide Patricio luego de terminar su cigarro—
— Es interesante… ¡No te va a venir mal abrir un poco la mente!... Cabeza de tarro—…Patricio lo saluda a la distancia, Marian le grita mientras éste se aleja lentamente— ¡igual no quería que escucharas!—
— ¡Nos vemos mañana muchachos!— grita Patricio.
   A pesar de ser un grupo muy unido Alicia, Josué, Patricio y Marian eran muy diferentes. Les encantaba tirarse en el parque, donde había una colina en la que podías contemplar la puesta de sol con gran exquisitez, a la que visitaban con frecuencia. Charlar sobre sus problemas, debatir ideas y contar sus anhelosos proyectos. Se quedaban hasta que el frío usurpaba el lugar y los obligaba a irse a sus casas.
— Prosigo—. Dijo Marian modulando su voz de discurso, que todos ya conocían— En mi sueño moría, y había como una sala de espera para los recién llegados, en ese caso, yo que esperaba vehemente entre toda esa multitud. Una señora con un aspecto de Brooklyn que desbordaba, me atendió personalmente. Ella era quien nos orientaba y nos decía que pasaría una vez que cruzáramos la gran puerta blanca.
— Espera, estás diciendo que vos ibas al cielo? —sonrió Alicia— ¡Wow! Eso sí sería increíble.
— Concuerdo hermana —adhirió Josué siguiéndole el rollo a Alicia—
— ¡Cállense!. Luego de que esta señora me diera las indicaciones, de las cuales no recuerdo nada, atravesé la puerta y me encontré en un hermoso lugar con amigable gente que estaba dispuesta a ofrecerme su gratitud. Yo los miré sonriente y “dios” personalmente vino a hacerme, como se dice, —dijo Marian avergonzado esperando las carcajadas— un tipo de entrevista—.
Y no fue para menos, Alicia y Josué se miraron tentados de la risa y empezaron a hacer ocurrentes bromas sobre Marian, la Sra. Brooklyn y “dios”. Marian no esperaba menos. Pero una vez que terminaron con las gastadas decidió proseguir contándoles a sus amigos cual era el punto de su historia.
— Déjenme terminar. Entonces “dios” me escoltó hacia mi casa, pero no era la casa en la que vivo, era la casa de mis sueños pero aun mejor. Solo pude tenderme ante ella y no podía más que contemplar la majestuosidad de mi nuevo hogar. Entrando, noté que todo estaba vacío y algo en mi hizo que me llenara de preguntas. A lo que le dije a “dios” *¿Qué es esto?, ¿por qué no hay electrodomésticos?, ¿por qué no hay mobiliario? ¿Es una especie de broma?* Tenía la casa de mis sueños y no tenía nada dentro, parecía un mal chiste… como si hubiera vendido hasta los platos para comprar esos costosos cuadros colgados en la pared que quien sabe dios cuanto salían.
Marian captó la atención de sus espectadores, lo que no desaprovechó y siguió narrando… —le pregunte a “dios” el porqué de todas mis dudas a lo que él respondió: *no necesitas nada hijo mio solo eres eternidad, este es tu hogar y puedes disfrutarlo como gustes* ni comida, ni un calendario, ni televisor… Entonces le dije: *aquí tampoco encontrare a mi “alma gemela” me imagino* él respondió *no, esta es la infinitud. Nada necesitas más que tu paz interior y tu espacio en ella* quedé desolado. ¿Que iba a hacer el resto de mi vida en el más allá? ¿Mirar por la ventana?... Eso es lo más deprimente que he oído. Y por más sueño que fuese tenía en claro que no tenía sentido. Cuando quise darme cuenta… había perdido la capacidad de llorar, ni si quiera podía enojarme. Era solo un aura… necesitaba sentir algo, como un drogadicto necesitaba inyectarme una dosis de dolor, de decepción y estaba dispuesto a lo que sea por ello…
   Así que agarre una pala, que apareció como “mágicamente” y comencé a cavar y cavar desatinado. Intentando encontrar agua. Ya que no soy un maldito ingeniero, ni lo era en el sueño… abordé tantear la interacción con los vecinos, pidiéndoles métodos de supervivencia, no sé, un microondas… una ducha de agua caliente, ¡lo que sea!. Pero me dí cuenta de que eran como ensueños, de que en realidad formaban parte de toda esa comedia de “cielo”. Uno de ellos me contestó *¡Ja Ja Ja! ¿Por qué te abochornas tanto vecino mío?, no necesitas más que tu alma para ser* quería poder golpearlo pero eran tan solo espectros, cosas intangibles, simples estatuas. *¿Por lo menos podés decirme como salir de acá?* pregunté. *¡Claro! ¿Ves esas dos puertas?... Una te llevará al infierno donde podrás ir y contemplar tus peores pesadillas* le conteste muy amenazante *¿Pero eso hará que sienta algo?* a lo que me refutó *Creo que no entiendes el concepto de cielo o infierno, amigo mío… Verás, nuestra carne, la abandonamos cuando morimos. En ella quedan nuestros sentidos, nuestro deseo, nuestro apetito por la supervivencia, nuestra codicia. Porque aquí ya tenemos infinitamente todo, literal. No prescindimos de nada en absoluto. Somos aire. Somos pureza*. Miré hacia el otro lado, frustrado, viendo un montón de “ellos” haciendo cola *¿Entonces que hay en la otra puerta?* repliqué *Es como si saltaras al vacío, volvieras a la carne, murieras completamente. O quizás reencarnaras en un ser que siente, pero son solo mitos… aquí permanecemos los que solo queremos paz y descanso eterno*. A continuación embosqué a todos esos espectros que hacían fila para “morir” abrí la puerta y me tire al abismo. Solo me deje ir. Creo que el azar nunca fue mi compañero y en esa ocasión, supe que desaparecería completamente mientras me perdía en el espacio. Solo podía aferrarme en esas últimas milésimas de segundos a algo y fue a “sentir” era desesperanza pero era sentir al fin y al cabo…

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