Pibe infierno

No puedo entender que siendo el uno para el otro nuestras almas tengan que olvidarse en un abrir y cerrar de ojos, para no volver a unirse jamás. Debo confesar que nunca me sentí tan viva. Sin embargo, para vos no fue más que físico, mientras a mí se me caía el mundo si no te tenía cerca. Tocaste mi corazón y lo desgarraste, lo arruinaste pibe, lo jodiste...

 Veo el reloj y cuento los segundos, me mata la incertidumbre de saber si podré volver a rozar con mis manos tus lunares, que quedaron grabados en mí. 

Es que todo comenzó con una simple e inocente caricia, un abrazo, pero también con una gran mentira. Para cuando quise recordarlo, todo era caos. Un cúmulo de emociones que me volteaban cada vez que de nuevo te veía.

De ese castillo de arena que construimos junto, al mar, ya nada queda. Una ola arrasó con todo, incluso con tu interés por mí. Tan frágil era nuestro amor y tan desbordante nuestra pasión insaciable, que, con solo tenerte cerca y escuchar tu respiración, me erizaba la piel. Lo di todo para que te quedes, empero nada funcionó. 

Matame, arrancame el alma, usame, dejame vacía y andate, para eso siempre fuiste el mejor, tu fuerte siempre fue la indiferencia. ¡Ah! Pero cuando me mirabas y me sonreías se me olvidaba el mundo, el alma me volvía al cuerpo y se me iluminaba la mirada tan solo con escuchar tu risa. Mis ojos no saben disfrazar lo que me hacía sentir tu presencia.

 Solo te pido un último favor, si me vas a desgarrar el alma, dame una dosis de anestesia y después besame como si no importara el mañana, como si fuera el primer y último beso. Porque esta incertidumbre de no saber si mañana no voy a volver a verte ya es habitué. 

El tiempo sin vos pasó excesivamente lento, pero parece que desde que volviste cada segundo se convierte en microsegundo, el tiempo es oro mi amor y solo veo como se escurre entre mis dedos, haciéndose añicos y volándose con el viento. Sólo quedan, meramente, los recuerdos de tus besos, tu sonrisa, de sentirme protegida cuando estabas cerca. 

¿Y ahora qué hago?, ¿Quién me abrazará las noches frías e inciertas? Si morado de frío está mi corazón al tenerte a kilómetros de distancia. ¿Dónde estas mi vida? me hice presa de tu ausencia. Quiero que sepas que seguís en mis pensamientos aunque desde un principio siempre lo supe... nada de esto funcionaría, pero las llamas siempre son más fuertes, ¡Y si que supimos como arder en el infierno juntos!. Adiós mi pibe infierno...




Comentarios

Entradas más populares de este blog

“Las dos linternas”, Poema de la obra “Las Doloras“; El Kybalión; Ramón de Campoamor (1846)

"Crónica de la ciudad de La Habana"; El libro de los abrazos; Eduardo Galeano