Verdades, puñales...

 Te conozco tanto que sé

que nunca vendrías a buscarme,

aunque mi corazón te anhele

y mi alma te extrañe.


Sé que tus pasos no se dirigen

hacia mi puerta en la noche,

que tus ojos no me buscan

en la multitud de la ciudad.


Pero aún así, mi amor por ti

no se desvanece ni se apaga,

sigue ardiendo como una llama

que nunca se extinguirá.


Te conozco tanto que sé

que nunca vendrías a buscarme,

pero yo siempre estaré aquí,

esperando por si acaso.

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